COMPARTO UN RELATO BREVE, FICTICIO, QUE ESCRIBÍ.
Salió finalista del “I CERTAMEN MUNDIAL EXCELENCIA LITERARIA”.
Será publicado una una antología por la editorial M.P. Literary Edition, U.S.
---------------------------------------------------------------------------------------------
Botón de Rebobinado
Salgo de la cama sin nada de ganas. Dormí apenas unas tres horas plagadas
de pesadillas. Hace ya una semana que el sueño no es mi amigo. Siento inmediatamente
las, ahora, familiares nauseas. Corro al baño, donde arrojo mi cena, junto
a mi desesperación y la soledad. Sobre todo
la soledad. Me lavo y me miro al espejo. Estoy pálida. Demasiado pálida. Tengo
unas espantosas ojeras púrpura.
Son las 6.30 y telefoneo a mi amiga porque sé que ya se levantó.
-¿Podés ayudarme a deshacer mi último error?-
Hace dos meses festejé mi cumpleaños en un bar. “Hoy y nunca más”, dije
mientras empuñaba mi cuarto trago. “Dieciocho años no se cumplen todos los
días”. Cuatro horas y seis tragos después, lo conocí a él. Casi sin darme
cuenta, abandonamos el bar juntos.
Ahora mi amiga me contacta con unas personas sin nombre que ofrecen una salida
ilegal. Los encontramos en el medio de la noche para ocultarnos en la oscuridad.
Luego de que el dinero cambie de manos, nos suben a una pequeña camioneta con
los ojos vendados. No podemos ver dónde queda el sombrío lugar donde ocurren a
diario tantas muertes sangrientas.
El miedo comienza a apoderarse de mí.
Dentro del lugar, se nos permite ver. Nos encontramos en el living de una
pequeña casa viejísima y sucia. La humedad y una gran telaraña invaden los
techos mientras que el polvo de apodera de los muebles. Es lo mejor que pude
pagar.
Veo una parejita joven, no parecen
haber pasado los quince años. Parecen ser los estudiosos del colegio. Junto a ellos hay otra adolescente, tan
hermosa como asustada. La acompaña su madre de apariencia severa. Me recuerda a
la directora de mi escuela.
Todos llegamos a esa terrorífica casa buscando desesperadamente el botón de
rebobinado. Pero somos como trenes marchando sobre las vías que los llevan a
sus destinos finales. No se puede ir hacia atrás ni saltearse las paradas, que
fueron planeadas por un poder superior, con misteriosos motivos.
La vida sólo me permite sentarme en la bañera con la ducha abierta, acunar mi
cabeza entre mis manos y llorar como una niña mientras sangro un río rojo.
Me dirijo a la siguiente parada con una nueva piedra en la valija que jamás
podré abandonar. No importa cuanto lo intente.
Autora: Lara García Costanzo