Como muchos millenials, pase demasiado tiempo estancada en una adolescencia tardía. A los 31 continuaba sin
trabajo, sin ganarme la vida, viviendo con mi madre. No encontraba la forma de
volar por mi misma.
Algunos dicen que es culpa mía, que no intente con suficiente ahínco
encontrar trabajo, que soy demasiado selectiva. Otros más inteligentes culparon
Mar del Plata, ciudad que ha liderado el ranking de desocupación de la
Argentina durante años. Muchas veces, yo culpaba a mi apariencia.
La verdad es que, nunca, las cosas ocurren por un único motivo. Distintos fenómenos
colisionan, formando esa tormenta perfecta que denominamos: circunstancias.
Nací en una ciudad desfavorable para mi profesión. Pocos lugares en los
cuales ejercer el periodismo, la comunicación empresarial, o el marketing. Y,
en general, hay que insertarse mediante amistades.
- Trabaja de lo que sea- me dijeron.
- okay- acepte yo.
Abrí los clasificados del diario local, día tras día. Esto es lo que encontré:
Un 40% de avisos en los que se solicita personal de sexo masculino.
Un 30% solicitando títulos o aptitudes que no tengo (Por lo general
contadores, abogados, secretarias jurídicas, administrativas con conocimientos
de contabilidad, construcción, peluquería, maestra jardinera u operario de
maquinaria)
El restante?
Avisos solicitando camarera: Edad, de 18 a 25 años. (A veces, con suerte,
la edad se estira hasta los 27, o los 30). Excelente presencia. Con experiencia
comprobable. Para los restaurantes de Mar del Plata, ya no tengo la
"juventud", que, como todos sabemos, es tan vital a la hora de servir
comida y limpiar mesas (Sarcasmo!). Experiencia nunca tuve, menos
comprobable.
Avisos solicitando mucama de hotel: Edad de 18 a 25 (o 30, como mucho), con
experiencia comprobable. Experiencia como mucama tengo, pero no es comprobable.
Se solicita recepcionista: edad, menor de 35, experiencia comprobable,
excelente presencia. Tengo experiencia y la edad correcta.
Me sugirieron que ponga en el CV a mi tía Betty como referencia, y que ella
se haga pasar por ex empleadora, para inventar la experiencia que necesitaba.
Pero ella se negó de manera terminante, por motivos morales. Claro, después me
acuso de no querer trabajar, pero cuando le propuse esa idea para que yo
consiga trabajo le pareció inapropiada.
Anyway…
Otros avisos solicitaban promotora: edad, feto recién salido del vientre….
Okay, eso no… pero casi. Requisito mas importante: tan bella y alta como una
top-model. Por razones obvias, para este
trabajo, que si abunda en mi ciudad, nunca pude siquiera presentarme.
Una sola vez tuve una oportunidad de ser promotora. Una clienta ofreció
recomendarme para estar fuera de las camionetas donde se hacían los DNI,
promocionado el servicio. La clienta aclaró que, en ese caso, no era necesario
ser linda, por lo cual yo tendría una oportunidad. Me sentí demasiado ofendida
y nunca me presenté, cosa que me madre jamás me dejo olvidar. En aquel momento
yo estaba en un pozo depresivo, por lo cual me afectaron sus palabras.
Pero, entonces... a que avisos PODÍA presentarme?
Me quedaban aquellos solicitando vendedora, siempre y cuando no exigieran
una edad menor a la mía. Me postule para tales empleos una y otra vez, sin
mucho éxito.
Cada muerte obispo, surgía una vacante para un trabajo que despertaba
genuinamente, y mucho, mi interés: Pasantias en el diario La Capital o alguna
radio. Encargada de Comunicaciones del Museo Bruzzone (No me contrataron, pese
a que fui la única que se tomo la molestia de llevar un plan de comunicación
hecho). Asistente de Marketing (UN aviso. Me llamaron para una entrevista, no
me contrataron, ni se molestaron en atender mi llamado, cuando quise preguntar
que hice mal).
Una vez surgió una pasantía en una revista de la facultad, a la cual envié
un artículo hecho con mucho esfuerzo. Fui rechazada, y pusieron excusas para
ocultar que contrataron por amiguismo. Dijeron que el artículo no tenía
suficiente opinión personal, cuando nunca aclararon si había que enviar
artículos de opinión o informativos. No todos los artículos periodísticos
deben, obligadamente, ser subjetivos, se permite intentar cierto nivel de
objetividad. Una vez más, la facultad me
jugaba una mala pasada.
Porque nadie quiere contratarme?, me preguntaba una y otra vez, mientras mi
barco se sacudía.
Un segundo viento en contra: mi apariencia. Cara llena de lunares, 1,52 de
estatura, ojos espantosos, ridículo cuello extremadamente corto y ancho. Y,
desde el 2007, sobrepeso. Seria idiota, o extremadamente idealista (Hay diferencia?)
decir que una mujer con tal aspecto, aunque use maquillaje, aros y tacos
(elemento de tortura que debería haber prohibido la convención de Ginebra), no
tiene las puertas cerradas en muchos lados.
Tercer frente desfavorable: el gobierno. Al ser abiertamente opositora a la
tiranía K, nunca tuve chances de encontrar empleo en el sector público. Fui a
pedir trabajo a la municipalidad, varias veces, sin éxito. Una clienta,
casi-casi, me consigue trabajo monitoreando cámaras de vigilancia. Pase dos
entrevistas, sin conseguir el empleo. Otra clienta, intento que me contrataran
como secretaria en el hospital materno infantil. El empleo fue para un
militante de La Campora.
Sin embargo, una joven de 26 fue contratada como Presidenta del Banco Nación,
sin experiencia y con títulos que resultaron ser falsos. Pero a mi no se me
considera capaz de monitorear cámaras, ser secretaria, camarera, vender ropa,
caminar por la costa repartiendo pavadas que, en su mayoría, terminan en la
basura, etc...
Normal que mi frustración y amargura crecieran día a día.
Un tercer ciclón que se uniría a los otros: mi propia ineptitud social.
Porque, algunos vientos desfavorables, son generados por nosotros mismos.
Al tener problemas para socializar (Debido al Síndrome de Turner), nunca
tuve demasiados amigos, ni conocidos, con posibilidades o inclinación para
recomendarme a algún empleador.
Mi ex amiga Dalia consiguió su mejor trabajo solo porque un chico se
enamoro de ella, e hizo que la contrataran como camarera una confitería de
lujo. (Que ese fuera el mejor trabajo que tuvo es triste, pero bue… Al menos
recibía un sueldo)
Una joven de mi facultad consiguió empleo en una radio, solo por ser mejor
amiga de otro joven que trabajaba allí. Cuando me enteré, caí en otro pozo
depresivo y me quejé durante semanas.
Las horas que pasé llevando CVs a todas las radios habían sido un
desperdicio.
Como esos, conozco cientos de casos.
Una clienta me dio trabajo en su tienda de ropa, pero se traslado a Buenos
Aires y perdí el empleo.
Solo una de las 1000 amigas que tiene mi madre intento conseguirme trabajo
como empleada administrativa (Pero, eso si, para criticarme conté con las
1000). No obstante, la potencial empleadora contrato a su propia sobrina.
Intenté buscar trabajo en Buenos Aires, pero no contaba con dinero para
mudarme y probar mi suerte. Por tanto, debía asegurarme un trabajo en la ciudad
capital antes de mudarme a ella. Me anoté en un sitio web de búsqueda de
trabajo, y envié por Internet más de 200 solicitudes de empleo. Solo recibí un llamado, y era porque el
empleador no había puesto atención al leer el CV y creía que yo ya vivía en
Buenos Aires. Cuando explique mi situación, termino la conversación sin que me
permitiera, siquiera ir a una entrevista o entrevistarme mediante skype.
Mi depresión también fue un serio obstáculo. No solo impidió que me recibiera de joven,
sino que me mantuvo en la cama, sin siquiera intentar algo durante mucho
tiempo. Estaba convencida de que nunca conseguiría un buen empleo, por lo cual
me di por vencida. Mi cerebro ya vino programado para ver el vaso medio vacío,
y las malas experiencias vividas no ayudaron.
Mientras tanto, todos los conocidos dieron opiniones y criticaron. Vieron
mi fracaso, pero desconocían las tormentas por las que yo debía atravesar. Una
unión de tormentas que la mayoría de las personas ni siquiera sabe que
existe. Y no seria la ultima…
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