Welcome to
wherever you are
This is your life, you made it this far
Welcome, you gotta believe
That right here right now, you're exactly where you're supposed to be
This is your life, you made it this far
Welcome, you gotta believe
That right here right now, you're exactly where you're supposed to be
Cuando decidí mudarme al Reino Unido, muchas personas
dijeron que soy muy valiente, y continúan diciéndolo hasta hoy. Pero no fue coraje lo que me trajo a
Inglaterra, sino que mi la desesperación.
Tras una larga batalla contra la depresión, me gradué de
la universidad a los 29 años, con una licenciatura en Comunicación Social.
Toda mi vida creí que, un título
universitario, finalmente sería alguien. Eso era lo que mi madre me decía de
chica. Resultó ser una gran mentira. La promesa de una vida mejor no se
cumplió. Mientras estudiaba, me postule a todas las pasantías o trabajos
disponibles (los cuales no eran muchos). Fui rechazada vez tras vez. Un año
después de la graduación, continuaba desempleada, viviendo con mi madre.
Lo que deben comprender es que, en Argentina, el
atractivo, las conexiones y el carisma son mucho más importantes que cualquier
otra cosa para conseguir un buen empleo. Y yo no poseo ninguna de dichas
cualidades.
Naturalmente, busque cualquier trabajo disponible, la mayoría
no estaban ni remotamente relacionados con los que yo deseaba. Me postulé en
muchos trabajos en ventas, ya que solo tengo experiencia en eso. Fui rechazada
muchas veces. Excepto las dos veces que me ofrecieron un trabajo, en el cual
tendría que trabajar 12 horas diarias, en negro, por menos de 4000 pesos mensuales.
No, no estoy bromeando, ni exagerando.
Mi única opción realista para mantenerme a mí misma era
convertirme en docente de educación secundaria. La idea nunca me agradó. Aunque
adoro los bebés y niños, me desagradan los adolescentes. Tal vez porque me
recuerdan a todo el bullying que debí soportar en la escuela, o capaz porque los adolescentes
empeoran con cada generación. Se escuchan muchas historias terroríficas sobre el comportamiento de los
estudiantes.
Lo era aún mas importante: convertirme en docente habría
involucrado estudiar sin pago, por dos años mas, y varios años de trabajo muy
mal pago. Tengo una buena amiga que es docente desde hace cuatro años, y aún le
cuesta alcanzar un buen pasar económico, teniendo un novio con quien compartir los
gastos.
Para mí, irme de mi casa y ser independiente era la
prioridad. Primero, estoy muy grande para vivir de otros. Segundo, vivir con mi
madre era una autentica pesadilla. Una competencia de gritos tras otras. Somos demasiado incompatibles para vivir
bajo el mismo techo.
Eventualmente, encontré una agencia llamada Twin Group
que me encontraría trabajo en el Reino Unido, por una tarifa, Encuentran a
cualquiera un trabajo en hotelería. En
un par de meses, me encontraron en Scarborough, en el Hackness Grandge Hotel. Seria asistente genera, ganando el
salario mínimo.
Sintiéndome entusiasmada y con esperanza, llegué a
Inglaterra con dos valijas de 25 kilos cada una.
Las primeras dos semanas pasaron sin grandes contratiempos.
Lo difícil fue adaptarme a vivir en el medio de la nada, donde se ubicaba el
hotel. Y no exagero cuando digo el medio de la nada. Nada excepto granjas,
campos inmensos y ovejas durante kilómetros. La parada de colectivo mas cercana
para llegar a la ciudad y ver la civilización, estaba a 50 minutos caminando.
No bromeo. La agencia me advirtió que
los trabajos serían en pueblos pequeños, sin bares ni vida nocturna, pero jamás
mencionaron que, sin auto, no habría manera de acceder a un poco de
civilización.
No
obstante, tenía trabajo. Finalmente vivía sola, y eso era todo lo que
importaba.
Los verdaderos problemas comenzaron a tres semanas de mi
llegada.
El hotel también era utilizado como lugar de bodas, y yo
tuve que trabajar en una por primera vez. Una boda extravagante que duró casi
todo el día. La ceremonia
por la mañana. Canapés y tragos para almorzar. Y la recepción desde las 4 pm hasta que el ultimo invitado
se desmayara de cansancio, cerca de las 2am. Todo mientras las otras áreas del hotel funcionaban regularmente.
Por la tarde, las sillas y mesas del restaurante del
hotel debían ser movidas de la planta baja, al primer piso, sin ascensor. Hice
eso con ayuda de dos colegas Búlgaros. Sin embargo, el manager noto que me
costaba cargar peso. Y los jóvenes de Bulgaria volverían pronto a su país, lo
cual significaba que yo tendría que mover todo sola. Las sillas no eran
problema, pero las mesas eran grandes y pesadas. Yo soy una mujer pequeña.
Otras mujeres pueden hacerlo, y lo hacen, pero yo no tengo la condición física para
tal tarea.
Al día siguiente, el manager me dijo que vaya a su
oficina. Me explico que, durante las bodas, yo tendría que mover el mobiliario
sin ayuda, sin ascensor, y en menos de 20 minutos. Yo podría haberlo hecho con
ayuda, o en mas de 20 minutos, ya que solo puedo cargar una silla o mesa ala
vez. Sin embargo, eso no era suficiente para el manager. Dijo que, si no podía
hacer la tarea sola y rápido, tendría que irme.
Me pareció muy poco razonable. Ya que yo podía hacer
todas las otras tareas, y otra persona podía mover los muebles. Los búlgaros y
yo no éramos los únicos empleados (Una alemana estaba por llegar a
trabajar). Pero el manager no quiso
buscar otra solución. (Sin embargo, el ayudante de cocina que vino al trabajo
borracho mantuvo su empleo y recibió entrenamiento para un mejor puesto).
Entonces, después de hablar con mi sponsor, Nicholas Roycroft, me transfirieron a un
hotel diferente: The Lamb Inn, en Great Rissington. No sabía que, en ese lugar,
conocería al peor empleador que he tenido en mi vida.
Todo resulto bien los primeros dos días de trabajo. Serví
el desayuno y aprendí a atender la barra por la noche. Note cierta hostilidad
departe de dos chicas con las cuales trabajaba, Tina y Katie, y el
entrenamiento era débil, como mucho. Fui ignorada la mayor parte del tiempo, y
tuve que aprender a hacer el trabajo con pocas explicaciones. Sin embargo, estaba aprendiendo. Me sentía
confiada en que mejoraría pronto. (Antes
de mudarme a Inglaterra no tenia
experiencia como camarera, menos bartender).
Durante mi tercer día de trabajo, me dijeron que planche
las sabanas del hotel. Cuando estaba doblando una sabana grande, la plancha se cayó
de la mesa y quemo la alfombra. Continué haciendo mi trabajo, hasta que alguien
finalmente apareció para ver como iba y traer más sabanas, momento en el cual
explique lo sucedido.
Una hora después, el manager dijo que le costaría mucho dinero reemplazar
la alfombra, así que yo tendría que irme.
También dijo que, en general, yo no le servia para nada, que nadie le
dijo que mi audición era mala, y que mi inglés no era tan bueno como le dijeron
los de la agencia.
Se negó a darme otra oportunidad. Simplemente me despidió
de una, sin periodo de prueba, sin darme tiempo razonable para mejorar.
El hecho de que estuviera tan ansioso por deshacerse de
mí me pareció sospechoso, para decir poco.
Mi radar para detectar discriminación comenzó a sonar con fuerza. Un
pensamiento en mi mente: El decidió despedirme en cuanto me vio, solo
necesitaba una excusa. Me echo porque soy muy baja (1,52), algo excedida de
peso y no atractiva, detalles que la agencia nunca comunicó.
Me baso en mi experiencia personal. Fui discriminada por
mi exterior toda mi vida. Uno no sobrevive 10 años de bullying, y una vida de soltería, sin aprender algunas
cosas. Se demasiado bien como reacciona
el mundo al verme.
Además, el hotel tenía una empleada llamada Mimi que
llevaba tres semanas trabajando, pero ni siquiera sabia usar la maquina de
café, ni sostener la bandeja. La tomaba de los bordes, como quien se lleva el
desayuno a la cama. En efecto, Mimi me pidió a mí que la ayudara cuando debía
servir café, porque ella no se animaba a descargar la bandeja y sostenerla al
mismo tiempo. Pero ella es alta y hermosa, y una mujer así puede ser inepta. A
mi me despidieron al tercer día por un accidente.
Hablé con la agencia, otra vez, esperando cambiar de
hotel una vez más. Pero, esta vuelta, Twin Group me abandono por completo y me
culpó a mí por todo lo sucedido.
Ellos fueron gran parte del problema.
Primero que nada, me prometieron que recibiría
entrenamiento apropiado, lo cual no fue verdad. Me preocupaba mi falta de experiencia. Y a mi
tía le preocupaba que me despidieran enseguida, al primer error. Le comunicamos
nuestros temores a quien representa a la agencia en Mar del Plata, Noelia
Salerno. Ella prácticamente juró que el empleador me enseñaría y seria
paciente, porque sabe que yo tengo cero experiencia. Nada de lo que ella dijo resulto ser
cierto.
Segundo, yo ESPECIFICAMENTE, en los términos mas claros
posibles, le pedí que revelara mi altura al empleador. Ella se rió, y dijo que
mi altura se considera normal y no habría ningún problema. Yo insistí,
sabiendo, por experiencia, que mi baja estatura provoca rechazo. Temía que el empleador
se arrepintiera de contratarme al verme. Ella deshecho mis preocupaciones.
La realidad fue que mi primer empleador quería que yo
levante peso excesivo, sola, en menos de 20 minutos. Si el hubiera sabido mi
tamaño antes de contratarme, se habría
dado cuenta de que yo no podría cumplir. O, si la agencia me hubiera advertido
que el trabajo involucraba dicha tarea, yo no habría aceptado trabajar para ese
hotel. Claro, me advirtieron que el trabajo involucraría todo tipo de tareas,
pero no aclararon que algunas requerirían una fuerza física mayor a la mía.
Para empeorar todo, la agencia no declaró mis problemas
de audición, y eso fue uno de los motivos que el segundo empleador, Paul
Gabriel, dio para despedirme. Por cierto, despedir a alguien por dificultades
auditivas el ilegal, no solo inmoral. Pero ese hecho no importó a la agencia.
Naturalmente, Paul Gabriel nunca admitió que mi
apariencia y mala audición fueron los problemas. Quien lo haría? Despedir a alguien por esas razones,
repito, es ilegal. Por tanto, al hizo lo que cualquier empleador habría
hecho: mintió sin vergüenza.
Dijo que ataque a otra empleada, lo cual es ridículo.
Apenas levante mi voz a una joven colega, porque ella, por razones que no
comprendo, le mintió al manager, diciendo que yo me queje de tener que
planchar, cosa que Paul menciono al despedirme. Tras ser despedida, me enoje naturalmente, y quise saber porque
la chica inventaría tal cosa. Antes de
eso, apenas habíamos intercambiado tres palabras. Casi todos los empleados me
ignoraron, incluso las dos chicas que debían entrenarme. Por tanto, no pude
haberme quejado de mi trabajo con nadie. Cuando? Si pasaba casi todo el día en mi habitación, sola, o
trabajando. Además, planchar
no era algo que me molestara. Entonces, le
pregunte a la chica: porque mentiste? Te das cuenta de lo que hiciste?
Eso fue todo. Paul exagero para justificarse y esconder sus propios
prejuicios.
Vale aclarar, que jamás me pregunto si yo, en efecto, me
había quejado. El hecho de que Paul automáticamente eligio creerle a la otra
chica, sin siquiera escucharme, demuestra que estaba ansioso por utilizar
cualquier excusa para deshacerse de mi.
También alego que yo intente esconder el incidente con la
plancha, lo cual no fue así. Cuando una de las jóvenes supervisoras finalmente
apareció, le mostré la quemadura. Luego, la cubrí con una alfombra pequeña,
para que los huéspedes no la vieran. Después, otra supervisora apareció, y le expliqué lo ocurrido. Sin
esconder, ni mentir. ¿Porque le mostraría la quemadura a la primera supervisora
si quería esconderla? ¿Acaso soy tan imbesil como para confiar en una chica que
me ignoró cuando debíamos trabajar juntas, en lugar de enseñarme?
El punto es que estaba por convertirme en sin-techo,
además de desempleada, porque The Lamb Inn me habia dado housing. Había
fracasado, como muchos creían que lo haría. A regañadientes, Paul acepto que me
quedara tres días (como si eso fuera suficiente tiempo para encontrar casa y
trabajo, o incluso conseguir un vuelo para regresar a Argentina), pese a que la
habitación de empleados tendría una cama disponible por mucho mas tiempo.
La situación estaba empeorando, se me terminaba el tiempo
y el dinero.
Por fortuna, un grupo maravilloso de personas acudió a mi
rescate. Mi madre, miembro extremadamente activo de la Iglesia Metodista
Argentina, llamo al Obispo, quien contactó a dos buenos amigos que viven en
Cumbria. Ellos no podían hacer mucho debido a unas grandes inundaciones en su
área, pero me presentaron a un Reverendo, Simon Toppin, en Stroud, un pueblito
de Inglaterra. El me encontró una
habitación Asbury Overseas House, en Birmingham, y la Iglesia de Cumbria pago el
primer mes de alquiler. Estoy extremadamente agradecida por la ayuda.
Fe en la humanidad: restaurada.
Tan vergonzosa como fue para mi toda esta situación,
habria sido mucho mas humillante volver a mi pais, enfrentar a todos mis
conocidos como una fracasada, sin un logro en absoluto.
Ahora sigo viviendo en Birmingham, una ciudad maravillosa
y multicultural, llena de posibilidades. Aún tengo que luchar duro. Pero continuo dando pelea, como el
junco que se dobla pero siempre vuelve a estar en pie.
Me encuentro mas cerca que nunca de todo lo que siempre
quise.
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